jueves, 26 de junio de 2014

El buscavidas (1961)

Título: El buscavidas (The Hustler)
Año: 1961

Director: Robert Rossen
Género: Drama, juego
Reparto: Paul Newman, Jackie Gleason, George C. Scott, Piper Laurie, Myron McCormick, Murray Hamilton, Vincent Gardenia, Michael Constantine



Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin importarle el precio que tenga que pagar por ello. 

Robert Rossen, habiendo sido perseguido por el maccarthismo, regresa a Estados Unidos para rodar El Buscavidas, un icono del cine americano por excelencia, imitada hasta la saciedad e incluso con una secuela encubierta dirigida por Scorsese con aires grandilocuentes (El color del dinero) y que, para mi gusto, no se acerca al clásico del 61 del que estamos hablando. La película gira en torno a las mesas de billar, pero el juego queda eclipsado por una trama y unas interpretaciones magistrales. El camino del éxito entendido desde todos los puntos de vista, incluido el del perdedor, es el verdadero leitmotiv de la obra. El personaje de Paul Newman, dotado de unas energías y una fuerza casi sobrenaturales , propia de la juventud, no se conforma con ser bueno: tiene que ser el mejor. Vivimos en una sociedad que nos empuja a pelear por un salario, a competir contra nuestros propios amigos e incluso contra nuestra familia, a sentir envidia... Los jóvenes que entran en la universidad, que emprenden el camino iniciático, deben ser los que más se identifiquen con el papel de Newman, máximo icono aquí de lo mencionado anteriormente, al más puro estilo de Hermann Hesse (pero hablando de billares). El amor se presenta, o se me antoja a mí, quizás, como vía de escape ante el fracaso. Eddie se debate entre entregarse a Laurie o perderla a cambio de la cima del éxito, y el camino será difícil.


Todo está contado con un ritmo ameno que, acompañado de unas actuaciones impecables, una atmósfera muy atrayente, con tintes a lo noir y una música que aporta toda la elegancia a las escenas de billar, acompañadas de un vaso de whisky y el humo de los cigarrillos. Muy grande, en especial, la escena del maratoniano enfrentamiento entre Eddie y el Gordo. Sin que haya nunca reparado en el billar, siendo ésta una actividad para mí completamente ajena, la película te atrapa de tal manera que quieres ser partícipe de las partidas y llegas a sentir la pasión por el juego. El buscavidas, junto a El golpe, son dos películas similares en contenido del Hollywood clásico que considero de visionado obligatorio. 



miércoles, 25 de junio de 2014

Un corazón en invierno (1992)

Título: Un corazón en invierno (Un coeur en hiver)
Año: 1992
Director: Claude Sautet
Género: Romance, drama
Reparto: Emmanuelle Béart, Daniel Auteuil, André Dussollier, Brigitte Catillon, Maurice Garrel, Myriam Boyer, Elizabeth Bourgine, Stanislas Carré de Malberg, Jean-Luc Bideau


Stéphane y Maxime fabrican y reparan violines y otros instrumentos de cuerda. Un día Maxime le confiesa a su amigo que se ha enamorado de Camille, una joven y bella violinista. Los primeros encuentros entre Camille y Stéphane son fríos, pero poco a poco ella empieza a sentirse atraída por el frío e imperturbable socio de su novio.

Un corazón en invierno reflexiona sobre lo efímero de la amistad y el amor, no sin cumplir a rajatabla con lo que se espera del mejor cine de autor. Se trata de una película que, sin contarnos nada nuevo ni original, lo hace con una sensibilidad, un estilo y un ritmo que nos cautiva de principio a final. Tanto el guión como los actores son excelentes y eso se nota en el resultado.

Sautet hila las secuencias de manera magistral, mostrándonos cada uno de los pasos del proceso de la atracción, el cortejo, la sutil lucha de poderes que se da en una relación, siendo los personajes de la trama impredecibles debido a la profundidad de la que están dotados. La película avanza lentamente pero nos ofrece momentos muy emotivos, acompañados por la música apropiada. El final, muy intenso, se aleja de los convencionalismos y se agradece.


La felicidad de los Katakuri (2001)


Título: La felicidad de los Katakuri (Katakuri-ke no kôfuku)
Año: 2001
Director: Takashi Miike
Género: Musical, thriller, comedia, terror
Reparto:  Kenji Sawada, Keiko Matsuzaka, Shinji Takeda, Naomi Nishida, Kiyoshiro Imawano, Tetsuro Tamba, Kenichi Endo, Tokitoshi Shiota, Yoshiyuki Morishita


La familia Katakuri abre una posada en la montaña con la intención de trabajar juntos y comenzar una nueva vida, alejada de los problemas de la ciudad, pero todo se complica cuando encuentran muerto al primer huésped y deciden enterrarlo y mantenerlo en secreto para no dañar la reputación del pequeño negocio familiar.

Desconozco gran parte del trabajo de Takashi Miike, pero por lo que sé es un gigante del audiovisual nipón y cuenta con una filmografía muy extensa, entre las que incluye trabajos para televisión o directos para cintas de vídeo. En resumen: el tío sabe lo que hace. Partiendo de esa premisa, sospecho que La felicidad de los Katakuri está lejos de ser un disparate sin sentido, como nos puede parecer si la juzgamos a la ligera. En occidente, para muchos, la cultura del cine se resume en ver, cada año, la secuela o el blockbuster de turno. Nos tienen intoxicados con superproducciones y con técnicas y esquemas muy explotados, y sin embargo seguimos consumiendo lo mismo como locos. ¿Es una conducta propia de animales costumbristas?

Se puede decir que los Japoneses tienen, en ese sentido, una variedad apabullante de géneros e incluso llevan la obsesión por lo bizarro al extremo. En el caso de La felicidad de los Katakuri aparece muy desarrollado lo extraño, entendido como lo que no se espera. Los momentos cómicos se enrollan sobre sí mismos hasta producir una sensación más cercana a la extrañeza que a otra cosa. Si ya de por sí se impone una barrera cultural (diferente humor) entre la película y el espectador, ésta mezcla géneros tan dispares como el musical, el thriller, la comedia, el drama, lo televisivo, el videoclip, la animación... Es muy difícil adivinar cuál o cómo va a ser el siguiente sketch. El contenido, aunque caótico y con apariencia descuidada (el cutre uso del croma para las partes de karaoke o musical o las animaciones por stop-motion) no empaña lo que es una realización impecable. La película está muy bien construida y es fácil percibir quiños o esbozos de otros géneros como el western o la serie-b de Sam Raimi, la influencia del cine americano es palpable. Es curioso que Sergio Leone bebiera directamente del mítico Kurosawa como principal influencia y que ahora, en una película japonesa, aparezcan varios planos y movimientos de cámara calcados del spaghetti western. La globalización, de hecho, se muestra presente durante toda la película, incluso de manera argumental con el personaje del impostor que dice pertenecer a la familia real británica (habla incluso del accidente de Diana de Gales). La crítica social no se queda fuera y aparece un abanico de personajes caricaturizados al máximo: el luchador de sumo teniendo sexo con la colegiala, el farsante y supuesto militar británico e incluso el hijo de los Katakuri recién salido de la cárcel por tratar con la mafia.

La felicidad de los Katakuri es una película bien construida y no menos extraña que se me presenta como el símil de una masturbación frenética y que termina con la erupción de un volcán y la posterior reflexión de los familiares, en forma de canción, sobre lo que es la vida y el ser humano.


lunes, 21 de abril de 2014

Fresas Salvajes (1957)


Título: Fresas salvajes (Smultronstället)
Año: 1957
Director: Ingmar Bergman
Género: Drama, vejez, road movie
Reparto:  Victor Sjöström, Bibi Andersson, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand, Folke Sundquist, Björn Bjelvenstam, Naima Wifstrand, Jullan Kindahl, Max von Sydow, Åke Fridell


Fresas salvajes nos cuenta el viaje que hace su protagonista, el profesor Borg, hasta Estocolmo, para ser homenajeado como profesor en la universidad. En el camino, junto a su nuera, hará nuevos amigos, visitará antiguos conocidos y recordará momentos de su juventud.

Bergman, considerado uno de los directores más influyentes del siglo XX, narra la historia del anciano Borg con un estilo propio muy característico: ritmo lento -que no tedioso- que invita a reflexionar sobre los diálogos y la simbología, planos limpios y una importante carga filosófica -al igual que en su obra maestra, El séptimo sello- y poética, tanto de expresión como de contenido.

En el caso de Fresas salvajes asistimos a un estudio de la vejez por medio de caminos, recuerdos e incluso espacios oníricos simbólicos. Borg asiste confuso a este despliegue de añoranzas y miedos propios de la recta final en la que se encuentra. En el viaje hacia Estocolmo para ser condecorado como profesor de ciencias, se unen diversas generaciones e ideologías en el coche, junto a él, como una metáfora de las diferentes etapas de la vida. Los conflictos cambian con la edad: para los jóvenes, el amor e incluso la política y la religión; para los adultos, las dudas sobre el matrimonio y la vida en general; para los ancianos, el final, al que asisten con simulada indiferencia. No creo que sea casualidad o simple capricho que la pareja adulta que discute en el coche se quede en el camino. En los jóvenes, como comento antes, se plantea el conflicto de la ciencia contra dios.

Hacia el final de la película, Borg es juzgado en sueños por haber tratado con despotismo a las personas de su alrededor, concretamente a su esposa. Todos le ven como un viejo egoísta y la culpa en el sentido judeocristiano florece en su subconsciente. En el sueño le acusan, además, de desconocer cuál es el principal deber de un doctor, siendo éste el saber pedir perdón. En realidad, Borg carga con la frustración de haber estado siempre enamorado de su prima, con la que se casó su hermano. El castigo al que es condenado es la soledad.

Fresas salvajes me dice más aún después de haberla visto una segunda vez. Es una película creada a partir de una sensibilidad y un cariño sin precedentes. Es una obra maestra de mediados del siglo XX, muy recomendable, y que invita a reflexionar sobre diversos aspectos de las etapas de la vida. No he podido evitar relacionarla con la reciente y también magnífica Nebraska, lo que demuestra que, pese al paso del tiempo, Fresas salvajes sigue indagando en temas de interés actual. Un excelente trabajo de Ingmar Bergman. 

martes, 25 de marzo de 2014

Atrapado en el tiempo (1993)

Título: Atrapado en el tiempo (Groundhog Day)
Año: 1993
Director: Harold Ramis
Género: Comedia romántica
Reparto:  Bill Murray, Andie MacDowell, Chris Elliott, Harold Ramis



Phil Connors, el amargado hombre del tiempo, es enviado a Punxsutawney (Pensilvania) por cuarta vez consecutiva, junto a sus compañeros Rita y Larry, para cubrir un célebre evento local: el Día de la Marmota. Su intención es volver de inmediato a casa tras la grabación, pero una tormenta de nieve se desata y debe volver a pasar la noche en el pueblo. Para su sorpresa, al día siguiente vuelve a ser el Día de la Marmota, y al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente… Mientras dura el bucle temporal, Phil es la única persona consciente y con la capacidad de recordar las anteriores vivencias del mismo día.
Vuelvo a ver esta película y la nostalgia es poderosa. Es imposible ser objetivo y, a riesgo de ser injusto, hago la siguiente reflexión: ¿son los mayores bodrios cinematográficos de los 90 infinitamente más aceptables que la basura comercial que inunda las salas de cine en el presente? Hasta la patética Un padre en apuros, comedia navideña con Schwarzenegger como protagonista, tiene más chicha que cualquier película de superhéroes actual (cine, por cierto, con el que nos tienen intoxicados). Es difícil, de hecho, encontrar una película que se asemeje en contenido a Un padre en apuros, porque todas las producciones navideñas que veo en la lista de películas del 2013 son de animación por computadora.






Volviendo al año 1993, con Atrapado en el tiempo: para mí se hace una tortura ver la película con una mirada crítica. Esta película fue la Sagrada Biblia de mi infancia junto a Los cazafantasmas, Regreso al futuro, Cariño, he encogido a los niños e incluso Loca Academia de policía, entre otras (anotad esos nombres, niños). Debo reconocer que incluso llegué a enamorarme en secreto de Andie MacDowell, que , por cierto, sigue haciendo anuncios de cosméticos. La película comienza con una musiquilla que parece judía, sacada de la fiesta de celebración de un Bar Mitzvah, quizás la del hijo de Harold Ramis. Tras la primera secuencia, en la que se nos presenta a los tres personajes principales, vuelven a aparecer algunos créditos (que, intuyo, han repartido con inteligencia), pero cambia el rollo musical a un rock desenfadado. La letra dice así, en inglés: “yo seré tu hombre del tiempo". Esto es sólo el principio, por lo que pienso que debería dejar de ver la película y quedarme con mi grato recuerdo pueril. Pero Bill Murray sigue ahí, y el tipo me causa una atracción difícil de explicar; realmente está ahí para salvar la película e incluso hace que me siga gustando. Los diálogos no están mal, son bastante simpáticos y llegan a ser brillantes en algún momento. Bill Murray es un maestro de la ironía, sospecho que ni siquiera está interpretando un papel. 




El bucle temporal está muy bien conseguido también, no veo errores en el montaje o la decoración. Estoy recordando una película que, por su planteamiento similar, me recordó a Atrapado en el tiempo: Click, con Adam Sandler, que parte de una premisa parecida: un tipo amargado y que no valora lo que tiene hasta que empieza a trastear con un mando que le da DIOS, disfrazado de Christopher Walken, y rebobina toda su vida hacia adelante. 

Phil no tiene la posibilidad de rebobinar o pausar el tiempo; él está atascado en el mismo fragmento temporal, su vida ha pasado a ser un disco rayado o un cuento de paradojas temporales de Stanislaw Lem.  Sin otra cosa que hacer que explorar, investigar y, en definitiva, vivir el mismo día una y otra vez, intentará conquistar a su compañera Rita. Phil actúa cada día hasta que algo falla, y retiene en la memoria cada fallo, aportando una solución para el día siguiente. Podría ser el desarrollo de un videojuego, de una aventura gráfica. Tras multitud de intentos, la técnica no da resultado porque Rita no es una mujer que se acueste con un hombre el primer día, y al día siguiente vuelve a ser el primer día (Phil, mi amigo, estás jodido). 
Desilusionado, Phil experimenta (aquí viene el lado oscuro de la peli) con la muerte. Decide suicidarse arrojándose en coche por un desfiladero, con la marmota dentro. Al día siguiente, para bien o para mal, vuelve a ser el Día de la Marmota, por lo que, aburrido, sigue probando con otras formas de morir. Me pregunto si no se ha dado cuenta de que la muerte quedará invalidada al día siguiente cuando se mete en la bañera con una tostadora. 




Cansado ya de matarse, decide ayudar a la gente del pueblo; porque todos sabemos que matarse va primero en la escala de prioridades. Convertido ya en el Jesucristo de Punxsutawney, es Rita la que se le acerca, loquísima de amor. Esto me aporta una valiosísima lección: con algunas mujeres lo mejor es matarse primero. Durante algún tiempo dudé si el mensaje final tenía algo que ver con: "has hecho algo mal en tu vida, no te has acostado aún con tu compañera de trabajo, la del anuncio de Loreal". Debo confesar que esta idea me atormentó, pero los 90 eran un mundo muy distinto; un mundo en el que los hombres que lloran no son hombres o, al menos, no son Bill Murray; un mundo en el que las mujeres solo aman a los hombres que quieren tener hijos y aman, a su vez, a sus madres; hablan francés, brindan por la paz mundial y se quieren casar. Me temo que, de haber sido Bill Murray, me hubiese tumbado en la cama a disfrutar de mi inmortalidad. Supongo que no hay forma de escapar soltero del Día de la Marmota.



¿Ha dormido bien, Sr. Connors?
- Solo, Sra. Lancaster.


Dejando a un lado las ideas maritales y los estereotipos de siempre, Atrapado en el tiempo es una buena película, una película simpática y divertida. Me quedo con este mensaje: deja de quejarte y actúa, disfruta de lo que tienes y vive al máximo cada momento. Además, sale Bill Murray.

lunes, 10 de marzo de 2014

12 años de esclavitud (2013)

Título: 12 años de esclavitud (12 years a slave)
Año: 2013
Director: Steve McQueen
Género: Drama, basado en hechos reales, histórico
Reparto:  Chiwetel Ejiofor, Michael Fassbender, Lupita Nyong'o, Paul Dano, Paul Giamatti, Brad Pitt

Solomon Northup es un violinista negro y libre que vive en Nueva York con su familia. Tras aceptar un trabajo para un espectáculo circense, comparte unas copas con los que le han contratado. Al día siguiente despierta encadenado a una pared y es vendido como esclavo. Solomon sufre todo tipo de abusos e injusticias y termina trabajando para Epps, el brutal dueño de una plantación de algodón. Se debatirá entre rebelarse o esperar pacientemente una oportunidad para escapar junto a su mujer e hijos. Basada en un hecho real (1850).

No puedo evitar comenzar esta crítica sin extraer un breve fragmento animado del documental Bowling for Columbine, de Michael Moore. Una breve historia de los Estados Unidos: 




Aunque, en cierta medida, sería injusto no mencionar que el racismo y la esclavitud no son exclusivos de los Estados Unidos -como ya vimos en la crítica de Caché-. Todo gran imperio se ha construido en base a grandes desigualdades, y el racismo y la xenofobia siempre ha tenido un hueco especial en cada uno de estos casos. En 12 años de esclavitud le toca el repaso a EEUU. Queda patente en una inteligente panorámica -en el minuto 16:05, desde el tugurio donde Solomon pide auxilio, en los suburbios de Washington, hasta el Capitolio- que el país ha sido construido y se ha enriquecido gracias a la mano de obra esclava. Estos son los sucios cimientos de la que hoy en día es la potencia mundial por antonomasia. La Iglesia tampoco escapa indemne de este fiel retrato de la sociedad, donde aparece como instrumento ideológico de estos caciques, que esgrimen con una mano la Biblia y con la otra el látigo y se benefician de la doble moral, para permanecer limpios de pecado sin renunciar a los beneficios producidos por el sufrimiento ajeno.

La breve filmografía del británico Steve McQueen le ha situado ya entre uno de los directores contemporáneos más influyentes. 12 años de esclavitud es sin duda una buena película pero, si la comparamos -y las comparaciones siempre son odiosas- con las increíbles Shame y Hunger, pasa de ser una buena película a convertirse en una película insuficiente para lo que el genio McQueen es capaz de realizar. Shame, por ejemplo, está plagada de simbolismos y explota el código para llevarnos toda una amalgama de posibles interpretaciones a la pantalla por medio del color, el encuadre y los movimientos dentro del plano -por no hablar de la complejidad psicológica y de las propias acciones de los personajes-.
En el caso de 12 años de esclavitud, el mérito es más para Solomon Northup que para Steve McQueen, que deja a un lado su condición de cine de autor para convertirse en un pelele de la industria de Hollywood. Un pelele que ha conseguido el Oscar a la mejor película, guión y actriz secundaria. La esclavitud es un tema complicado, y quizás haya sido esto lo que finalmente haya hecho de 12 años de esclavitud una película meramente correcta, sin más. También es comprensible y legítimo que McQueen haya decidido dejar simbolismos y lenguajes crípticos a un lado para abordar el tema de un modo académico, directo y sin contemplaciones. Quentin Tarantino nos ofrece con Django desencadenado una película que trata sobre la esclavitud y el racismo sin dejar a un lado su sello característico y personal, y no por ello es una película menos válida o injusta en su planteamiento.

Steve McQueen no duda en mostrarnos el lado más salvaje y descarnado de la historia de Solomon. El plano en el que queda colgado del árbol se extiende en el tiempo y nos invita a reflexionar sobre cuál es la diferencia entre un negro en el siglo XIX en EEUU y un perro. Chiwetel Ejiofor, Paul Dano, Lupita Nyong’o y, en especial, Michael Fassbender ofrecen unas interpretaciones brillantes. Disfruté con el brevísimo papel de Paul Giamatti como vendedor de esclavos. La aparición de Brad Pitt como héroe salvador me deja frío, sin embargo. La resolución del conflicto me parece poco natural y metida a presión, y la sobreactuación de Pitt echa abajo el clima de la película en cuestión de poco tiempo. La música me gusta a ratos, no simpatizo con el uso de ese “gruñido” que parece más bien la alarma de un reactor nuclear y que aparece en los momentos de tensión.


En resumen: una película bien realizada y correcta de acuerdo con el tema, que consigue entretener y ejerce una fuerte y necesaria labor crítica, pero demasiado académica e insulsa para ser de Steve McQueen. 


"I don't want to survive. I want to live." 
Solomon Northup


domingo, 2 de marzo de 2014

Caché (2005)

Título: Caché
Año: 2005
Director: Michael Haneke
Género: Intriga, drama | Drama psicológico
Reparto: Juliette Binoche, Daniel Auteuil, Maurice Bénichou

Georges Laurent ve amenazada la tranquilidad de su familia parisina y bien acomodada. Recibe unas cintas de vídeo anónimas que contienen filmaciones de la fachada de su casa y vienen acompañadas de extraños dibujos. La policía se niega a ayudar y tendrá que resolver el misterio por sí mismo. Poco a poco, la macabra situación hará que Georges tenga que preguntarse por su pasado.

Si leen la sinopsis y piensan que la película es un sucedáneo de Scream, están ustedes equivocados. Desde el minuto uno nos estampan en la cara el sello de autor de Haneke, y eso se agradece. Sabes que vas a estar dos horas delante de la pantalla y que, sea cual sea el resultado, algo se va a estremecer dentro de ti en el sentido más profundo de la palabra. Lo que el director ya trabajó en Benny’s video o en Funny Games aparece desarrollado en Caché y dotado de una dimensión crítica y política.

En Caché todo está íntimamente conectado. Desde el principio tengo claro que lo que Haneke quiere mostrar con evidencias es sólo la punta del iceberg. El misterio de las cintas anónimas ni siquiera nos es completamente revelado. La película parte de esa premisa para luego tirarla a la basura, como diciéndonos: “¿Creéis que vais a ver una película sobre una familia de clase media atormentada a manos de un psicópata? Pues ya veremos quiénes son los malos aquí.”
Georges descubre -o, mejor dicho, intuye- pronto a qué se debe el acoso al que su familia se ve sometida. Todo conecta con un hecho de su temprana infancia: celoso, a los seis años, mintió para expulsar de su casa a un niño argelino -huérfano como consecuencia de la masacre de París del 17 de octubre de 1961- adoptado por sus padres. Incluso antes de que el protagonista explique esto a su mujer ya nos queda claro en la escena del enfrentamiento de Georges con el chico negro de la bicicleta cuál es el verdadero trasfondo del argumento. Enfrentamiento en el que, por cierto, interviene el personaje de la mujer, interpretado por Juliette Binoche, dando la razón a ambos.




Que en Europa hay -y ha habido- un creciente clima de rechazo a los extranjeros no es ningún secreto. Y Francia, cuna de la Ilustración y la Modernidad, no es la excepción. La película nos recuerda la violenta represión -entre 70 y 200 muertos- por parte del Régimen de Vichy de una pacífica manifestación de argelinos en París durante la guerra de la Independencia de Argelia. Esto, que forma parte del pasado, tiene sus evidentes consecuencias en la convivencia de hoy, y Haneke convierte el hogar de la familia protagonista en una metáfora del París contemporáneo. Nos muestra cómo sus miembros lidian con la culpa que arrastra el hombre blanco. ¿Quién es la víctima en esta historia? No queda claro. Pero Haneke no se contenta con ofrecernos una historia macabra con un trasfondo crítico y político. Lo más interesante de la película no es eso, y ya dije que lo que se muestra a priori es sólo la punta del iceberg. Michael Haneke le da una patada a los convencionalismos en el cine y se propone a sí mismo como el extraño anónimo que envía las cintas. Ya en Funny Games juega con la metaficción cuando uno de los secuestradores rebobina la película para salvar a su malvado compañero de un disparo mortal. La diferencia es que en Caché no existe -evidentemente-  el personaje de Haneke; hay que intuirlo. ¿Por qué no son capaces los personajes de ver la cámara aunque pasan frente a ella en varias ocasiones? ¿Qué ocurre en el minuto 11:47, cuando la misma cámara que graba el programa de televisión sigue al personaje cuando sale del plató? Son algunas de las evidencias que nos invitan a reflexionar sobre quién es el autor de los vídeos, aunque conforme avanza la trama esto pasa a tener menos importancia. ¿Somos nosotros los que grabamos las cintas con nuestra mirada? ¿No es el plano final otro fragmento de vídeo en el que se nos muestra la conciliación de las nuevas generaciones? Las posibilidades son infinitas e invitan a que repitamos la experiencia y saquemos nuestras conclusiones.

Caché cuenta con unas actuaciones inmejorables. Juliette Binoche, Daniel Auteuil y Maurice Bénichou llenan la pantalla sin caer en ningún momento en la sobreactuación o el melodrama, y el montaje de Michael Hudecek y Nadine Muse es conciso y muy dinámico, admirable. He estado dos horas seguidas delante de la pantalla sin desviar la atención en ningún momento. 

Tenemos aquí un buen ejemplo de cómo el cine nos puede invitar a reflexionar y  darnos una visión crítica y comprometida sin dejar de lado el espectáculo y la innovación. Caché es cine de autor con todas las letras. Muy recomendable.