lunes, 21 de abril de 2014

Fresas Salvajes (1957)


Título: Fresas salvajes (Smultronstället)
Año: 1957
Director: Ingmar Bergman
Género: Drama, vejez, road movie
Reparto:  Victor Sjöström, Bibi Andersson, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand, Folke Sundquist, Björn Bjelvenstam, Naima Wifstrand, Jullan Kindahl, Max von Sydow, Åke Fridell


Fresas salvajes nos cuenta el viaje que hace su protagonista, el profesor Borg, hasta Estocolmo, para ser homenajeado como profesor en la universidad. En el camino, junto a su nuera, hará nuevos amigos, visitará antiguos conocidos y recordará momentos de su juventud.

Bergman, considerado uno de los directores más influyentes del siglo XX, narra la historia del anciano Borg con un estilo propio muy característico: ritmo lento -que no tedioso- que invita a reflexionar sobre los diálogos y la simbología, planos limpios y una importante carga filosófica -al igual que en su obra maestra, El séptimo sello- y poética, tanto de expresión como de contenido.

En el caso de Fresas salvajes asistimos a un estudio de la vejez por medio de caminos, recuerdos e incluso espacios oníricos simbólicos. Borg asiste confuso a este despliegue de añoranzas y miedos propios de la recta final en la que se encuentra. En el viaje hacia Estocolmo para ser condecorado como profesor de ciencias, se unen diversas generaciones e ideologías en el coche, junto a él, como una metáfora de las diferentes etapas de la vida. Los conflictos cambian con la edad: para los jóvenes, el amor e incluso la política y la religión; para los adultos, las dudas sobre el matrimonio y la vida en general; para los ancianos, el final, al que asisten con simulada indiferencia. No creo que sea casualidad o simple capricho que la pareja adulta que discute en el coche se quede en el camino. En los jóvenes, como comento antes, se plantea el conflicto de la ciencia contra dios.

Hacia el final de la película, Borg es juzgado en sueños por haber tratado con despotismo a las personas de su alrededor, concretamente a su esposa. Todos le ven como un viejo egoísta y la culpa en el sentido judeocristiano florece en su subconsciente. En el sueño le acusan, además, de desconocer cuál es el principal deber de un doctor, siendo éste el saber pedir perdón. En realidad, Borg carga con la frustración de haber estado siempre enamorado de su prima, con la que se casó su hermano. El castigo al que es condenado es la soledad.

Fresas salvajes me dice más aún después de haberla visto una segunda vez. Es una película creada a partir de una sensibilidad y un cariño sin precedentes. Es una obra maestra de mediados del siglo XX, muy recomendable, y que invita a reflexionar sobre diversos aspectos de las etapas de la vida. No he podido evitar relacionarla con la reciente y también magnífica Nebraska, lo que demuestra que, pese al paso del tiempo, Fresas salvajes sigue indagando en temas de interés actual. Un excelente trabajo de Ingmar Bergman. 

2 comentarios:

  1. Nebraska por aquí, nebraska por allá. Detesto en el fondo toda esta parafernalia de "la internés" porque quieras o no quieras acaban las expectativas más infladas que las tripas de Cañete.

    Respecto a Bergman en general, pues en su momento vi el séptimo sello y es la única que he visto de su filmografía, me sedujo y me hechizó en una etapa muy temprana, creo que aun tenía pelo. Me fascinó su forma de narrar. Con esto lo que digo es que creo, aunque tendré que comprobarlo, por lo que dices también tú (y otros muchos) de este grande que ahora su lenguaje casará más con mis apetencias y con mi forma de ver el mundo, digamos que puede que ahora tenga el cerebro aun más preparado para él, no sé. Ya te contaré.
    Aunque no sé yo si confiar en mi cerebro que me ha demostrado una y otra vez que sí, que es necesario, pero que a veces se pone de un tirano que da asco.

    Y de estas fresas salvajes (como las de conil pocas primo), pues entrará dentro de ese redescubrimiento de Bergman que pretendo emprender más pronto que tarde. Me encantan los autojuicios onírico-morales, es algo muy mío que me hace gracia, me descojono con los tontos que somos para lo propio y la capacidad, supuesta, que demostramos para lo ajeno.

    En el fondo, somos seres bastante tontos, preocupados de asuntos triviales generación tras generación, ocupando nuestro tiempo en ganar sustento y desperdiciándolo cuando esa necesidad está cubierta, en fin, no me pongo sublime que no me va...

    Y ya, antes de irme, te diré que el tono de la reseña es serio y objetivo, así que si esa era tu intención como escritor, conseguido y si no lo era pues bien que te ha quedado y si te importa tres huevos cómo esté escrito esto pues nada, viva el libre albedrío con cadenas primo, arsa, ya viene la feria!

    ResponderEliminar