miércoles, 25 de junio de 2014

La felicidad de los Katakuri (2001)


Título: La felicidad de los Katakuri (Katakuri-ke no kôfuku)
Año: 2001
Director: Takashi Miike
Género: Musical, thriller, comedia, terror
Reparto:  Kenji Sawada, Keiko Matsuzaka, Shinji Takeda, Naomi Nishida, Kiyoshiro Imawano, Tetsuro Tamba, Kenichi Endo, Tokitoshi Shiota, Yoshiyuki Morishita


La familia Katakuri abre una posada en la montaña con la intención de trabajar juntos y comenzar una nueva vida, alejada de los problemas de la ciudad, pero todo se complica cuando encuentran muerto al primer huésped y deciden enterrarlo y mantenerlo en secreto para no dañar la reputación del pequeño negocio familiar.

Desconozco gran parte del trabajo de Takashi Miike, pero por lo que sé es un gigante del audiovisual nipón y cuenta con una filmografía muy extensa, entre las que incluye trabajos para televisión o directos para cintas de vídeo. En resumen: el tío sabe lo que hace. Partiendo de esa premisa, sospecho que La felicidad de los Katakuri está lejos de ser un disparate sin sentido, como nos puede parecer si la juzgamos a la ligera. En occidente, para muchos, la cultura del cine se resume en ver, cada año, la secuela o el blockbuster de turno. Nos tienen intoxicados con superproducciones y con técnicas y esquemas muy explotados, y sin embargo seguimos consumiendo lo mismo como locos. ¿Es una conducta propia de animales costumbristas?

Se puede decir que los Japoneses tienen, en ese sentido, una variedad apabullante de géneros e incluso llevan la obsesión por lo bizarro al extremo. En el caso de La felicidad de los Katakuri aparece muy desarrollado lo extraño, entendido como lo que no se espera. Los momentos cómicos se enrollan sobre sí mismos hasta producir una sensación más cercana a la extrañeza que a otra cosa. Si ya de por sí se impone una barrera cultural (diferente humor) entre la película y el espectador, ésta mezcla géneros tan dispares como el musical, el thriller, la comedia, el drama, lo televisivo, el videoclip, la animación... Es muy difícil adivinar cuál o cómo va a ser el siguiente sketch. El contenido, aunque caótico y con apariencia descuidada (el cutre uso del croma para las partes de karaoke o musical o las animaciones por stop-motion) no empaña lo que es una realización impecable. La película está muy bien construida y es fácil percibir quiños o esbozos de otros géneros como el western o la serie-b de Sam Raimi, la influencia del cine americano es palpable. Es curioso que Sergio Leone bebiera directamente del mítico Kurosawa como principal influencia y que ahora, en una película japonesa, aparezcan varios planos y movimientos de cámara calcados del spaghetti western. La globalización, de hecho, se muestra presente durante toda la película, incluso de manera argumental con el personaje del impostor que dice pertenecer a la familia real británica (habla incluso del accidente de Diana de Gales). La crítica social no se queda fuera y aparece un abanico de personajes caricaturizados al máximo: el luchador de sumo teniendo sexo con la colegiala, el farsante y supuesto militar británico e incluso el hijo de los Katakuri recién salido de la cárcel por tratar con la mafia.

La felicidad de los Katakuri es una película bien construida y no menos extraña que se me presenta como el símil de una masturbación frenética y que termina con la erupción de un volcán y la posterior reflexión de los familiares, en forma de canción, sobre lo que es la vida y el ser humano.


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