jueves, 26 de junio de 2014

El buscavidas (1961)

Título: El buscavidas (The Hustler)
Año: 1961

Director: Robert Rossen
Género: Drama, juego
Reparto: Paul Newman, Jackie Gleason, George C. Scott, Piper Laurie, Myron McCormick, Murray Hamilton, Vincent Gardenia, Michael Constantine



Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin importarle el precio que tenga que pagar por ello. 

Robert Rossen, habiendo sido perseguido por el maccarthismo, regresa a Estados Unidos para rodar El Buscavidas, un icono del cine americano por excelencia, imitada hasta la saciedad e incluso con una secuela encubierta dirigida por Scorsese con aires grandilocuentes (El color del dinero) y que, para mi gusto, no se acerca al clásico del 61 del que estamos hablando. La película gira en torno a las mesas de billar, pero el juego queda eclipsado por una trama y unas interpretaciones magistrales. El camino del éxito entendido desde todos los puntos de vista, incluido el del perdedor, es el verdadero leitmotiv de la obra. El personaje de Paul Newman, dotado de unas energías y una fuerza casi sobrenaturales , propia de la juventud, no se conforma con ser bueno: tiene que ser el mejor. Vivimos en una sociedad que nos empuja a pelear por un salario, a competir contra nuestros propios amigos e incluso contra nuestra familia, a sentir envidia... Los jóvenes que entran en la universidad, que emprenden el camino iniciático, deben ser los que más se identifiquen con el papel de Newman, máximo icono aquí de lo mencionado anteriormente, al más puro estilo de Hermann Hesse (pero hablando de billares). El amor se presenta, o se me antoja a mí, quizás, como vía de escape ante el fracaso. Eddie se debate entre entregarse a Laurie o perderla a cambio de la cima del éxito, y el camino será difícil.


Todo está contado con un ritmo ameno que, acompañado de unas actuaciones impecables, una atmósfera muy atrayente, con tintes a lo noir y una música que aporta toda la elegancia a las escenas de billar, acompañadas de un vaso de whisky y el humo de los cigarrillos. Muy grande, en especial, la escena del maratoniano enfrentamiento entre Eddie y el Gordo. Sin que haya nunca reparado en el billar, siendo ésta una actividad para mí completamente ajena, la película te atrapa de tal manera que quieres ser partícipe de las partidas y llegas a sentir la pasión por el juego. El buscavidas, junto a El golpe, son dos películas similares en contenido del Hollywood clásico que considero de visionado obligatorio. 



miércoles, 25 de junio de 2014

Un corazón en invierno (1992)

Título: Un corazón en invierno (Un coeur en hiver)
Año: 1992
Director: Claude Sautet
Género: Romance, drama
Reparto: Emmanuelle Béart, Daniel Auteuil, André Dussollier, Brigitte Catillon, Maurice Garrel, Myriam Boyer, Elizabeth Bourgine, Stanislas Carré de Malberg, Jean-Luc Bideau


Stéphane y Maxime fabrican y reparan violines y otros instrumentos de cuerda. Un día Maxime le confiesa a su amigo que se ha enamorado de Camille, una joven y bella violinista. Los primeros encuentros entre Camille y Stéphane son fríos, pero poco a poco ella empieza a sentirse atraída por el frío e imperturbable socio de su novio.

Un corazón en invierno reflexiona sobre lo efímero de la amistad y el amor, no sin cumplir a rajatabla con lo que se espera del mejor cine de autor. Se trata de una película que, sin contarnos nada nuevo ni original, lo hace con una sensibilidad, un estilo y un ritmo que nos cautiva de principio a final. Tanto el guión como los actores son excelentes y eso se nota en el resultado.

Sautet hila las secuencias de manera magistral, mostrándonos cada uno de los pasos del proceso de la atracción, el cortejo, la sutil lucha de poderes que se da en una relación, siendo los personajes de la trama impredecibles debido a la profundidad de la que están dotados. La película avanza lentamente pero nos ofrece momentos muy emotivos, acompañados por la música apropiada. El final, muy intenso, se aleja de los convencionalismos y se agradece.


La felicidad de los Katakuri (2001)


Título: La felicidad de los Katakuri (Katakuri-ke no kôfuku)
Año: 2001
Director: Takashi Miike
Género: Musical, thriller, comedia, terror
Reparto:  Kenji Sawada, Keiko Matsuzaka, Shinji Takeda, Naomi Nishida, Kiyoshiro Imawano, Tetsuro Tamba, Kenichi Endo, Tokitoshi Shiota, Yoshiyuki Morishita


La familia Katakuri abre una posada en la montaña con la intención de trabajar juntos y comenzar una nueva vida, alejada de los problemas de la ciudad, pero todo se complica cuando encuentran muerto al primer huésped y deciden enterrarlo y mantenerlo en secreto para no dañar la reputación del pequeño negocio familiar.

Desconozco gran parte del trabajo de Takashi Miike, pero por lo que sé es un gigante del audiovisual nipón y cuenta con una filmografía muy extensa, entre las que incluye trabajos para televisión o directos para cintas de vídeo. En resumen: el tío sabe lo que hace. Partiendo de esa premisa, sospecho que La felicidad de los Katakuri está lejos de ser un disparate sin sentido, como nos puede parecer si la juzgamos a la ligera. En occidente, para muchos, la cultura del cine se resume en ver, cada año, la secuela o el blockbuster de turno. Nos tienen intoxicados con superproducciones y con técnicas y esquemas muy explotados, y sin embargo seguimos consumiendo lo mismo como locos. ¿Es una conducta propia de animales costumbristas?

Se puede decir que los Japoneses tienen, en ese sentido, una variedad apabullante de géneros e incluso llevan la obsesión por lo bizarro al extremo. En el caso de La felicidad de los Katakuri aparece muy desarrollado lo extraño, entendido como lo que no se espera. Los momentos cómicos se enrollan sobre sí mismos hasta producir una sensación más cercana a la extrañeza que a otra cosa. Si ya de por sí se impone una barrera cultural (diferente humor) entre la película y el espectador, ésta mezcla géneros tan dispares como el musical, el thriller, la comedia, el drama, lo televisivo, el videoclip, la animación... Es muy difícil adivinar cuál o cómo va a ser el siguiente sketch. El contenido, aunque caótico y con apariencia descuidada (el cutre uso del croma para las partes de karaoke o musical o las animaciones por stop-motion) no empaña lo que es una realización impecable. La película está muy bien construida y es fácil percibir quiños o esbozos de otros géneros como el western o la serie-b de Sam Raimi, la influencia del cine americano es palpable. Es curioso que Sergio Leone bebiera directamente del mítico Kurosawa como principal influencia y que ahora, en una película japonesa, aparezcan varios planos y movimientos de cámara calcados del spaghetti western. La globalización, de hecho, se muestra presente durante toda la película, incluso de manera argumental con el personaje del impostor que dice pertenecer a la familia real británica (habla incluso del accidente de Diana de Gales). La crítica social no se queda fuera y aparece un abanico de personajes caricaturizados al máximo: el luchador de sumo teniendo sexo con la colegiala, el farsante y supuesto militar británico e incluso el hijo de los Katakuri recién salido de la cárcel por tratar con la mafia.

La felicidad de los Katakuri es una película bien construida y no menos extraña que se me presenta como el símil de una masturbación frenética y que termina con la erupción de un volcán y la posterior reflexión de los familiares, en forma de canción, sobre lo que es la vida y el ser humano.